- No podemos olvidar toda esa ingente cantidad de dinero que está en las cuentas judiciales en lugar de en las de sus verdaderos dueños, fuera del tráfico comercial y empresarial y, por lo tanto, es una fuente de debilidad para una economía que, como la española, no anda sobrada de estímulos.
- Y no podemos olvidar tampoco la situación personal, profesional y laboral que sufren miles de procuradores, junto a otros profesionales como los abogados. Es difícil explicar a nuestros clientes que van a tardar años en ver su pretensión totalmente resuelta: se genera desconfianza en el sistema y se deteriora la seguridad jurídica.